lunes, 30 de junio de 2008

Al calor de los sentidos

Hay volúmenes que deben leerse en una hamaca frente al mar. Otros en la profundidad de un bosque. Al calor de los sentidos debe leerse con la piel, con todos los órganos del cuerpo, con el alma. Y, si se puede, cerca de un teléfono teniendo a mano el número de los bomberos… pues el incendio erótico no será fácil de apagar.
Laura Fernández McGregor Maz

sábado, 14 de junio de 2008

ORGASMO INESPERADO

Estaba tranquila
No te esperaba
Te miré y te deseé
Te coloqué con delicadeza en mi mano
Te acerqué a mis labios
Te rocé suavemente con ellos
Y te introduje a mi boca
Fue entonces que te sentí
Como te deshacías con mi humedad
Y explotabas dentro de mí
Burbujeante...
Hiciste eco en mis oídos
Cosquillas en mis mejillas
Mientras mi lengua continuaba jugueteando contigo
Y yo…
Rápidamente...
Me vine junto contigo
Exploté…
Vibré…
Me estremecí…
Con solo sentirte…
Mi cuerpo quedó impregnado de tu sabor

J. Valdi

martes, 10 de junio de 2008

PEQUEÑAS LECCIONES DE EROTISMO


I
Recorrer un cuerpo en su extensión de vela
Es dar la vuelta al mundo
Atravesar sin brújula la rosa de los vientos
Islas golfos penínsulas diques de aguas embravecidas
No es tarea fácil - si placentera -
No creas hacerlo en un día o noche de sábanas explayadas
Hay secretos en los poros para llenar muchas lunas

II
Repasa muchas veces una extensión
Encuentra el lago de los nenúfares
Acaricia con tu ancla el centro del lirio
Sumérgete ahógate distiéndete
No te niegues el olor la sal el azúcar
Los vientos profundos cúmulos nimbus de los pulmones
Niebla en el cerebro
Temblor de las piernas
Maremoto adormecido de los besos

III
Escucha caracola del oído
Como gime la humedad
Lóbulo que se acerca al labio sonido de la respiración
Poros que se alzan formando diminutas montañas
Sensación estremecida de piel insurrecta al tacto
Suave puente nuca desciende al mar pecho
Marea del corazón susúrrale
Encuentra la gruta del agua

IV
Aspira suspira
Muérete un poco
Dulce lentamente muérete
Agoniza contra la pupila extiende el goce
Dobla el mástil hincha las velas
Navega dobla hacia Venus
Estrella de la mañana
- el mar como un vasto cristal azogado -
duérmete náufrago.

Gioconda Belli

lunes, 9 de junio de 2008

PROPÓSITO


Cuando la tarde me entregue la noche
hincaré mi deseo
en la fibra que te hace temblar
Mi quemante obsesión
se escurrirá en el caracol de tu oreja
Seré la esencia de tus impulsos
la espuela
la gota que sofoca
la bocanada de ebrias ideas
el deterioro de tu mesura
Derritiendo la sombra
en rosario de besos discutidos
contigo inventaré trucos
para enlazar
sudor
saliva
sustancia
En el amplio muelle de mis piernas
anclará tu barco sus inquietudes más escondidas
y ahí pernoctará esperando cobijo y calor
y otra vez



Dina Posada

No es nada de tu cuerpo


No es nada de tu cuerpo ni tu piel, ni tus ojos, ni tu vientre, ni ese lugar secreto que los dos conocemos, fosa de nuestra muerte, final de nuestro entierro.
No es tu boca -tu boca que es igual que tu sexo-, ni la reunión exacta de tus pechos, ni tu espalda dulcísima y suave, ni tu ombligo en que bebo.
Ni son tus muslos duros como el día, ni tus rodillas de marfil al fuego, ni tus pies diminutos y sangrantes, ni tu olor, ni tu pelo.
No es tu mirada -¿qué es una mirada?- triste luz descarriada, paz sin dueño, ni el álbum de tu oído, ni tus voces, ni las ojeras que te deja el sueño.
Ni es tu lengua de víbora tampoco, flecha de avispas en el aire ciego, ni la humedad caliente de tu asfixia que sostiene tu beso.
No es nada de tu cuerpo, ni una brizna, ni un pétalo, ni una gota, ni un grano, ni un momento.
Es sólo este lugar donde estuviste, estos mis brazos tercos.

Jaime Sabines

jueves, 5 de junio de 2008

Desnuda y con sombrilla


Tú sentada en una silla
yo de pie con expresión de lord
tu desnuda y con sombrilla
yo vestido pero con calor.

Tú con uñas y con dientes
mirándome de frente
con brillo de matar.
Yo retrocediendo un poco
llenándome de un loco
deseo de sangrar.

Tú besando tus rodillas
yo discreto pero sin rubor
tú creando maravillas
yo soñándome esquimal sin sol.

Tú con un ritmo tan lento
buscando un alimento
frotado con alcohol.
Yo de pronto ensimismado
mirándote alelado
colmada de licor.

Tú ardiente y sin capilla
yo quitándome el sombrero alón
tú dispuesta la vajilla
yo al filo de mi pantalón.

Yo a punto del delirio
extraigo un solo cirio
que poso ante tu flor.
Tú susurrando un misterio
de un no sé qué venéreo
me das un protector.
Silvio Rodríguez

miércoles, 4 de junio de 2008

Ando como hormiguita


Ando como hormiguita por tu espalda,
ando por la quebrada dulce de la seda.
Vengo de las alturas de tus nalgas
hacia el oro que se derrama y se me enreda.

Tú te vuelves pidiendo el cielo,
apuntando a la luz con flores.
Y como lazarillos son los sabores
en tu jardín de anhelos.

Silvio Rodríguez

Dulce compañia


Quiero hacerte el amor,
sin esperar que anochezca
sin pensar en la tardanza
sin cuidarnos de que nadie nos vea
entrar a nuestro espacio alquilado de cinco letras.

Quiero recorrer tu cuerpo
esperando encontrar la fuente bendita
de donde tome el néctar
que me mantenga con el espíritu joven
… siempre junto a ti.

¿Escucharas esto que escribo?
¿Leerás esto que digo?
¿Entenderemos esto que pienso?
No lo sé… mientras tanto
mi mano será mi dulce compañía.
M. A. Alba Cristales

martes, 3 de junio de 2008

El cantar de los cantares


¡Oh, si él me besara con besos de su boca!
porque mejores son tus amores que el vino.
A más del olor de tus suaves ungüentos,
tu no nombre es como ungüento derramado;
Por eso las doncellas te aman.
Atráeme; en pos de tí correremos.
El rey me ha metido en sus cámaras;
Nos cozaremos y alegraremos en ti;
Nos acordaremos de tus amores más que del vino:
con razón te aman

lunes, 2 de junio de 2008

Paisajes


Tu sexo,
qué tibio
qué suave
Es un trozo de lumbre
un rayo de luna
un bosque de albahaca
Rosamaría Roffiel

No se me importa un pito ...


No se me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija. Le doy una importancia igual a cero, al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida. Soy perfectamente capaz de soportarles una nariz que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias; ¡pero eso sí! -y en esto soy irreductible- no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme! Ésta fue -y no otra- la razón de que me enamorase, tan locamente, de María Luisa. ¿Qué me importaban sus labios por entregas y sus encelos sulfurosos? ¿Qué me importaban sus extremidades de palmípedo y sus miradas de pronóstico reservado? ¡María Luisa era una verdadera pluma! Desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina, volaba del comedor a la despensa. Volando me preparaba el baño, la camisa. Volando realizaba sus compras, sus quehaceres... ¡Con qué impaciencia yo esperaba que volviese, volando, de algún paseo por los alrededores! Allí lejos, perdido entre las nubes, un puntito rosado. "¡María Luisa! ¡María Luisa!"... y a los pocos segundos, ya me abrazaba con sus piernas de pluma, para llevarme, volando, a cualquier parte. Durante kilómetros de silencio planeábamos una caricia que nos aproximaba al paraíso; durante horas enteras nos anidábamos en una nube, como dos ángeles, y de repente, en tirabuzón, en hoja muerta, el aterrizaje forzoso de un espasmo. ¡Qué delicia la de tener una mujer tan ligera..., aunque nos haga ver, de vez en cuando, las estrellas! ¡Que voluptuosidad la de pasarse los días entre las nubes... la de pasarse las noches de un solo vuelo! Después de conocer una mujer etérea, ¿puede brindarnos alguna clase de atractivos una mujer terrestre? ¿Verdad que no hay diferencia sustancial entre vivir con una vaca o con una mujer que tenga las nalgas a setenta y ocho centímetros del suelo? Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender la seducción de una mujer pedestre, y por más empeño que ponga en concebirlo, no me es posible ni tan siquiera imaginar que pueda hacerse el amor más que volando.

Oliverio Girondo

INTIMIDAD


La noche vuelve secreta
a tantear mi cuerpo,
me penetra lenta y suave
me abro
como una flor nocturna.

Orietta Lozano